Formas:
Esquizofrenia paranoide
Es sin dudas el tipo más frecuente y se caracteriza por predominar los delirios sobre el resto de los síntomas, en particular delirios relativos a persecución o supuesto daño de otras personas o instituciones hacia el paciente.
El enfermo está suspicaz, incluso irritable, elude la compañía, mira de reojo y con frecuencia no come. Cuando se le pregunta suele eludir la respuesta con evasivas salvo si la crisis es muy aguda en cuyo caso enseguida nos percatamos de que algo grave está sucediendo en su cabeza. Pueden darse alucinaciones es decir se ven y oyen cosas que no existen, y esto genera mucha angustia y temor.
Esquizofrenia hebefrénica
Es menos frecuente y aunque también puede darse las ideas falsas o delirantes lo fundamental son las alteraciones del estado de ánimo.
Los pacientes se ríen sin motivo y de forma poco expresiva, se quejan de problemas imaginarios y poco concretos y “siempre tienen razón” si se les lleva la contraria. Su conducta está salpicada de gestos amanerados y de frases repetitivas, y se quedan sin fuerza para hacer nada por su propia voluntad tendiendo a la apatía, aunque algunas veces organizan conductas rígidas.
Es una forma de esquizofrenia que suele aparecer antes que la paranoide y es mucho más grave, con peores respuestas a la medicación y evolución más lenta y negativa.
Esquizofrenia catatónica
Es mucho más rara que las dos formas anteriores y se caracteriza por alteraciones motoras ya sea dándose una inmovilidad persistente y sin motivo aparente o una agitación.
En la cultura occidental donde vivimos cada vez se ven menos estos casos, pero en otros países menos industrializados y con niveles culturales bajos sí se da con relativa frecuencia. Un síntoma muy típico es la llamada obediencia automática, según la cual el paciente obedece ciegamente las órdenes sencillas que se le dan.
Esquizofrenia indiferenciada
Este diagnóstico se aplica a aquellos casos que siendo verdaderas esquizofrenias
no reúnen las condiciones de ninguna de las tres formas anteriores, y se suele utilizar como un “Cajón de sastre” donde se introducen aquellos pacientes imposibles de definir.
Estas formas que hemos descrito no son terrenos acotados y así pueden darse casos entre nuestros pacientes que sean esquizofrenias mixtas, es decir que comparten síntomas de varios tipos.
También es falsa la idea por la cual una persona por padecer por ejemplo un déficit mental no pueda sufrir además una esquizofrenia, de hecho pueden darse casos así hablando entonces de esquizofrenia injertada que requerirá otro enfoque terapéutico.
Y finalmente tenemos que hablar dos palabras de la llamada esquizofrenia residual que representa en el fondo la situación en que desembocan muchas esquizofrenias sean del tipo que sean con el paso del tiempo y el progresivo deterioro de la inteligencia y el pensamiento. En estos casos lo que sobresalen son los síntomas negativos como apatía, inhibición, falta de iniciativa, ser pasivo, empobrecimiento del lenguaje y del pensamiento y un deterioro del auto-cuidado y del aseo.
Aunque no es cierto cien por cien, sabemos que cuantas más crisis esquizofrénicas se padezcan durante la vida, mayor deterioro se va a dar y más fácilmente se va a acabar en una esquizofrenia residual. Este tipo de esquizofrenia es el gran reto de la rehabilitación psico-social de nuestros días y ocupan un porcentaje importante de las camas psiquiátricas de nuestros centros sanitarios.